GRATITUD POR LA ABUNDANCIA
Hermanos la luz que llega del cielo enciende pequeñas chispas en las mentes de los creyentes pero es capaz de encender un fuego abrasador en la mente del iniciado que logra penetrar en los más arcanos conocimientos de la luz del cielo, continuamos con las estrellas en el camino del discípulo.
Los recursos materiales
En nuestro trabajo por supervisar la educación del mundo, llegan hasta nuestros oídos multitud de preguntas que constituyen la voz de la humanidad que desea aprender, pero las respuestas deben de ser necesariamente diferentes aún cuando la pregunta sea la misma, y esto es así, por las diferencias entre los lenguajes, entre las culturas, entre las religiones, entre las creencias fundamentales de cada uno de los discípulos que las expresan; por esta razón, hoy quisiera referirme a una pregunta que continuamente se deja escuchar entre los discípulos del mundo:
¿Por qué no es posible tener el dinero necesario para cumplir una misión tan noble y espiritual como es la de enseñar la filosofía de Dios? ¿Por qué es que los grandes misioneros, las grandes escuelas, los grandes líderes espirituales parecieran que están condenados a vivir siempre carentes de recursos materiales?
El trabajo
Para esta pregunta, a la que hay múltiples respuestas, quisiera contestar con una narración, y ésta es la narración de un campesino que un día se levantó temprano dispuesto a salir a trabajar, y antes de que el sol saliera, cargó su costal de semillas, salió de su casa con unos cuantos implementos de labranza y empezó a caminar gustoso por la vereda que lo llevaba hasta donde se localizaba su labor.
En el camino, topó su vista contra los imponentes cerros que se encontraban enfrente y pensó, ¡qué maravilloso es el mundo que Dios ha dispuesto para nosotros!, nosotros somos pequeñas criaturas, mientras que los cerros son enormes y su fuerza es infinitamente más grande que la mía; siguió caminando y, de pronto, su mirada descubrió un pequeño hormiguero en el que se veía gran agitación, los pequeños rayos solares, que asomaban lentamente entre el perfil de las montañas, hacían posible observar a las pequeñas hormigas, duramente atareadas en el proceso de recoger alimentación y llevarlo a su hormiguero; el campesino detuvo sus pasos y se agachó a observar y pensó ¡qué maravilloso es el mundo que Dios ha dispuesto para nosotros!, pues estas criaturas, aunque son infinitamente más pequeñas que yo, cuando trabajan todas juntas son capaces de cortar un árbol y dejarlo sin hojas, son capaces de acarrear alimento muchas veces más grande que su cuerpo, son capaces de vivir en armonía, porque cada una sabe lo que debe de hacer y lo hace sin que alguien tenga que recordárselo; después de un rato de que hubo observado al hormiguero, dio un suspiro grande, se levantó y siguió su camino.
La siembra de semillas
Al poco rato llegó a su labor, sacó de su costal los granos de maíz y empezó a trabajar sobre los surcos, en los que ya había laborado previamente, de pronto su mente recordó al fruto del maíz y mientras tomaba un pequeño grano entre sus manos, su mente pensó, ¡qué maravilloso es el mundo que Dios ha dispuesto para nosotros!, pues de un grano de maíz, voy a extraer miles de ellos, y tan sólo basta que yo ponga un poco de cuidado en lo que estoy haciendo, que el agua no les falte y que el sol siga saliendo, para que este pequeño grano reviente y forme una gran planta, y me regrese el fruto de mi esfuerzo multiplicado en miles iguales a ellos.
El Cristo que se siembra
Y vio su costalito con muchas semillas, e imaginó su cosecha cargada en una fila de camiones todos repletos, entonces elevó sus ojos a Dios y dijo: "Gracias, gracias por la abundancia de la que todos los días nos das muestras", y puso sus manos a trabajar y no descansó hasta que el sol estuvo muy alto en el cielo; en ese momento, buscó la sombra de un árbol y se sentó, y su mente voló y empezó a soñar y creó imágenes en las que veía que cada grano de maíz era como un pequeño Cristo que había venido a enterrarse en una tierra, una tierra de piedras, una tierra de microbios, una tierra de pequeños gusanos, y observó que cuando ese grano murió, dio a luz una pequeña planta y pensó: seguramente la planta es como la iglesia que resguarda los tesoros de ese Cristo que vino; y vio que la planta crecía y crecía y empezaba a dar frutos al mil por uno y pensó: algún día, seguramente habrá muchos Cristos en la tierra porque las semillas que El dejó, tarde o temprano tendrán que dar fruto, claro que darán; y luego observó que las mazorcas del maíz perdían sus granos y estos volvían a la tierra, y se volvían a enterrar y pensó en uno de esos pequeños granos, y dijo: ¡qué solo se ha de sentir enterrado en medio de microbios, de gusanos, de piedras, sin tener a nadie cerca con quien hablar!, y pensó: seguramente eso pensó Cristo cuando estuvo entre nosotros rodeado de piedras y de gusanos, pero hoy debe de estar contento porque su enseñanza le da fruto.
Y todo esto lo pensaba mientas comía; cuando hubo terminado, sus pensamientos regresaron hacia el cielo y pensó: Cristo es el gran sembrador y nosotros sus semillas, algunas están dando frutos y otras como yo estoy sembrándolas, qué maravillosa abundancia, que maravillosa lección. Se levantó, agarró su azadón y se dirigió nuevamente a los surcos sabiendo que en alguna parte, en el cielo, el gran sembrador se regocijaba de su tarea. Y así de esta forma, cada quien encontrará la respuesta a sus preguntas a la altura de sus compresiones.
--
Has recibido este mensaje porque estás suscrito al grupo "LOS PPS DE TODOS" de Grupos de Google.
Para publicar una entrada en este grupo, envía un correo electrónico a los-pps-de-todos-nuevo-correo@googlegroups.com.
Para anular tu suscripción a este grupo, envía un correo electrónico a los-pps-de-todos-nuevo-correo+unsubscribe@googlegroups.com
Para tener acceso a más opciones, visita el grupo en http://groups.google.com/group/los-pps-de-todos-nuevo-correo?hl=es.
No Response to "LOS PPS DE TODOS Gratitud por la Abundancia///comp"
Publicar un comentario