Cinco preguntas incisivas sobre Deepak Chopra
Por Alejandro Agostinelli | Ciencia bruja – mié, 1 jun 2011
El 4 de abril de 2010, Deepak Chopra pidió perdón en Twitter por haber provocado el terremoto de 7,2 grados que sacudió el estado mexicano de Baja California. ¿Qué dijo, exactamente? "Tuve una poderosa meditación hace un momento que causó un terremoto en el sur de California". Enseguida agregó: "Estaba meditando sobre el mantra de Shiva y la tierra empezó a temblar. Lo siento". Si era una broma, tal vez se dio cuenta que sería menos gracioso si la que hubiese estado en riesgo era su mansión de 2,5 millones de dólares. Y si era un chiste promocional, la sonrisa se le congelaría a la hora de pagar los daños causados por el sismo. Acaso por eso lo pensó mejor y respondió: "En una reflexión más profunda, correlación no es causalidad". Finalmente, remató: "Algunas personas se han molestado por mis comentarios sobre el terremoto. Lo siento. En realidad, estaba meditando cuando ocurrió y pensé: ¡Guau!". Aunque esta vez lo haya llevado a un extremo, su creencia de que las ideas generan cambios físicos contundentes es parte de la doctrina del autor de "La curación cuántica".
Ahora bien, ¿quién es Deepak Chopra? ¿Un charlatán que busca sustraer el dinero a los que más tienen? ¿Un médico que escribe sobre lo que sabe o un pícaro que usa la medicina para vender lo que escribe? ¿Un gurú sabihondo? No hay respuestas esquemáticas, pero hubo un tiempo en que estas dudas resurgían cada vez que viajaba allí donde eran presentados sus libros, o cuando llegaba a alguna región del globo a dar sus costosas conferencias.
En los últimos años sólo vemos entrevistas indulgentes y perfiles perdonavidas. Esto es así porque Chopra no sólo es un señor que gana mucho dinero, sino que también se lo hace ganar a otros. Hay revistas que venden más si tienen a Chopra en la portada, les concede un reportaje, o incluyen un fascículo con alguno de sus textos. En este frívolo proceso varios datos biográficos significativos de Deepak Chopra se licuan o quedan en el camino. Algunas omisiones son naturales, pero otras injustas, ya que hubo quienes invirtieron tiempo y esfuerzo para lograr que esas verdades logren sobreponerse a un ocultamiento sólo posible por el poder económico y la fuerza más poderosa de todas: aquello en lo que deseamos creer, que a menudo se parece poco a lo que en verdad es.
A continuación, trataremos de responder cinco interrogantes:
1. ¿Quién es Deepak Chopra?
2. ¿Es un científico respetado por sus colegas?
3. ¿Es un desinteresado maestro espiritual?
4. ¿Acaso conoce el secreto para derrotar el envejecimiento?
5. ¿Existe una "medicina cuántica" o es un ardid del lenguaje para disfrazar a la mona de seda?
1. ¿Quién es, en verdad, Deepak Chopra?
Es director del Centro Chopra para el Bienestar y del Instituto Médico Mente-Cuerpo fundados por él mismo en La Jolla, California. Pero es, ante todo, un prolífico autor de best-sellers. Nacido en 1947 en Nueva Delhi, India, desde los 90 es un éxito en ventas no sólo en su país adoptivo, los Estados Unidos. Escribió 57 libros, gran parte de los cuales fueron traducidos a 35 idiomas. Su figura es tal vez la más famosa de la "nueva espiritualidad", cuya modernidad ha sido consagrada porque declama "fusionar conocimientos científicos procedentes de las religiones orientales". Esta idea, que no es suya sino que fue defendida por el físico Fritjof Capra en su obra "El Tao de la Física", se remonta a mediados de los 70. Capra destacaba algunas coincidencias metafóricas entre la física cuántica y creencias del misticismo oriental (omitiendo todas las diferencias, claro). Lo que hizo Chopra fue "comprar" ese concepto desde el misticismo: para él, la materia es mera ilusión de un psiquismo que el hombre, si enferma, puede reajustar a voluntad.
Chopra desborda cualquier localismo porque su impronta personal (cuestionada pero carismática) creció gracias a los medios que asociaron su figura con la de celebridades adeptas a su medicina Ayurveda. Es amigo de Elizabeth Taylor, Demi Moore, Cameron Díaz y lo fue de Michael Jackson. Otro amigo y paciente cercano fue George Harrison, fallecido en diciembre de 2001 a causa de un cáncer de pulmón.
Chopra se hizo popular cuando la New Age experimentó una transición, cuando mutó del colectivismo New Age hacia la siguiente etapa, a la que llamaremos, con fines didácticos, "Next Age". Para Máximo Introvigne, un historiador experto en religión, a fines de los 90 las oleadas culturales que promovían comunidades esotéricas en red o "conspiraciones de Acuario" cedieron, dando paso a los gurúes solitarios, orientados a satisfacer necesidades personales e individualistas. "Si la New Age era la tercera persona, la New Age es la primera persona del singular", escribe Introvigne.
Cuando aquella filosofía espiritualista y ecologista que pregonaba un milenio de profundos cambios humanos dejó de ser creíble y comenzó a ser una caricatura de sí misma, el movimiento se detuvo en algunas de sus personalidades.
Así, la New Age como fenómeno social se concentró en manos de un puñado de autores emblemáticos, como James Redfield ("La Novena Revelación"), Paulo Cohelo ("El Alquimista"), Anthony Robbins, pope de la Programación Neuro Lingüística, y, obviamente, Deepak Chopra. El énfasis que ponen estas figuras es más secular que religioso. "Personajes como Chopra —sigue Introvigne— ponen en primer plano su licenciatura en Medicina, no su arraigo (que también existe) en una tradición india, y cambian su atuendo favorito, la túnica tradicionalmente asociada al gurú, por una camisa y una corbata".
Chopra unió salud, ciencia y fe y se entronizó líder de una corriente cultural de rechazo a la medicina convencional. Una tendencia con predicamento, cuyas causas son fáciles de encontrar a partir de las fallas económicas, técnicas y humanas de los sistemas de salud modernos.
En 1999, fue seleccionado por Time entre los cien íconos del siglo XX. "Es el poeta-profeta de la medicina alternativa", dijo la revista. Pocos años antes, en 1994, la revista económica Forbes lo había calificado como "el último de una serie de gurúes que ha prosperado combinando ciencia pop, psicología e hinduismo pop".
2. ¿Es un científico respetado por sus colegas?
Su ejercicio como "médico occidental" tuvo corta vida: se recibió en 1973, se especializó en endocrinología y logró publicar un artículo en una revista científica.
Lejos de consagrarlo, aquella publicación desató un escándalo memorable.
El artículo "Maharishi Ayur-Veda: análisis moderno en la medicina antigua", que firmó junto a sus colegas Hari M. Sharma y Brihaspati Dev Triguna, salió publicado en 1991 en el Revista de la Asociación Médica Americana (por sus siglas en inglés JAMA, Journal of the American Medical Asociation). No hubiera sido grave que sus autores opinaran que la medicina ayurvédica era eficaz, el problema fue que —para defenderla— esgrimieron evidencias dudosas y afirmaciones increíbles, como por ejemplo, "tomar el pulso es suficiente para diagnosticar numerosas dolencias graves" o "los antibióticos y demás drogas modernas no funcionan".
La revista, que tiene una política de revisión por pares, recibió un aluvión de cartas de protesta. En el número siguiente los editores se retractaron e incluyeron una nota del periodista científico Andrew A. Skolnick, quien descubrió que los autores mintieron cuando declararon que no eran socios de ninguna empresa que podría beneficiarse con el artículo: al menos dos de ellos estaban íntimamente asociados al grupo que comercializaba los productos y servicios que —desde 1985— promocionaba en los Estados Unidos el Mahesh Yogui Maharishi (1914—2008), el swami hindú que fundó el movimiento Meditación Trascendental (MT).
Maharishi, líder del movimiento que hizo famoso The Beatles en los 60, había abandonado en 1988 sus oficinas en la India, allanadas por problemas fiscales. Por entonces, MT ingresó agresivamente en el mercado norteamericano —no como religión sino como "servicio médico-espiritual". El MT contó incondicionalmente con Chopra, quien no solo ganaba cientos de miles de dólares por los seminarios sobre Maharishi Ayur-Veda sino que resultó ser licenciatario, único accionista, presidente, tesorero y secretario del Maharishi Ayur-Veda Products International, Inc (MAPI).
Si su colega Robert Sapolsky, de la Universidad de Stanford, alguna vez respetó a Chopra, se lo perdió en 1997. Según dijo, él podía demostrar que para escribir el libro "Ageless Body, Timeless Mind" ("Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo") había plagiado dos textos de su obra "Behavioral Endocrinology". Le entabló una demanda que terminó con un arreglo extrajudicial, a favor de Sapolsky. La editorial tenía con qué saldar la deuda: "Cuerpos sin edad..." encabezó por semanas la lista de best-sellers de The New York Times. Un título anterior de Chopra "Quantum Healing" ("La curación cuántica") ya llevaba dos años entre los diez primeros más vendidos.
3. ¿Es Chopra un desinteresado maestro espiritual?
El mismo Chopra lo niega: el pasado 15 de mayo, en la revista Viva, del diario Clarín, declaró que "la ambición de éxito económico nunca ha sido un problema para mí". Los pruritos por la riqueza, poseer esa ambición, dice Chopra, "vienen de la culpa judeocristiana". Ni falta hacía que lo aclarara, aunque la ambición por ganar dinero no es lo que se le cuestiona; sí es legítimo, en cambio, preguntarse si ha incrementado su patrimonio en buena ley, sin engaños ni violaciones a la ética profesional.
Y es aquí donde cabe regresar a la publicación debut de Chopra en JAMA. Andrew Skolnick demostró con datos muy precisos que el artículo era propaganda encubierta. Documentó que entre los procedimientos de comercialización de Maharishi Ayur-Veda había "un patrón generalizado de desinformación, engaño y la manipulación". Escribió Skolnick: "Esta campaña parece estar dirigida a que el movimiento MT gane al menos cierta apariencia de respetabilidad científica, mientras impulsa las ventas de sus lucrativos productos y servicios".
Cuando Skolnick develó la trama de intereses económicos que se jugaban en el artículo sobre el Maharishi Ayur-Veda que Chopra había logrado "colar" en JAMA, el escritor no hizo un "mea culpa" ni reaccionó como un monje de la Orden Carmelita Descalzas. En 1992, él y el movimiento Meditación Trascendental contraatacaron contra el editor, el autor de la desmitificación y la Asociación Médica Americana con una demanda por US$ 194 millones. Al parecer, eran puros fuegos de artificio: no había pasado un año y ya Chopra había desistido de seguir con el juicio.
En el artículo original, Chopra y sus compañeros afirmaban que el sistema de salud de MT es, para el usuario, mucho más conveniente económicamente que la medicina convencional. Skolnick demostró que la verdad era lo opuesto: el costo anual de un producto del Maharishi Ayur-Veda equivalía al 40% del gasto per cápita promedio en todos los servicios de salud en los EE.UU. en 1989. Esto sin contar productos o servicios que recomendaba sólo para mantener la salud, en cuyo caso los costos se disparaban a miles de dólares más por año. Un ejemplo: por entonces, la provisión anual de un elixir de hierbas Maharishi Amrish Kalash, costaba U$S 1.000. Otro ejemplo: El Maharishi Ayur-Veda para tratar enfermedades reales era aún más caro. Para realizar una ceremonia para apaciguar a los dioses o para comprar "cristales Jyotish de sanación" los costos excedían los US$ 10.000.
Otros servicios dieron pie a la acusación de publicidad engañosa. Muchos interesados en el MT asistían a los cursos atraídos por la promesa del "yogic flying" (vuelo yoga), una curiosa forma de "levitación"que sólo fue útil como argumento de venta mientras se publicitó con fotografías. (En vivo, los aprendices no podían presenciar el "vuelo" del otro porque la técnica requería mantener los ojos cerrados.) Años más tarde, en filmaciones, debieron blanquear que el talento de los retratados consistía en dar saltos en posición de loto.
A esta altura, nadie debería sentirse orgulloso de ser "uno de los mejores asistentes de Maharishi". Pero fue junto a él que Chopra amasó su primera fortuna e inició su carrera. El mismo Chopra cuenta que, en julio de 1993, Maharishi lo acusó de tratar de competir por la posición de gurú, motivo por el cual le pidió que dejara de viajar y escribir libros. Desde luego se negó y desde entonces insiste en que, por esta causa, abandonó en 1994 el movimiento del swami primero popular por The Beatles y luego gracias a Chopra.
Hay que decir que tampoco fue leal ni discreto con el gurú que lo inspiró. Llegó a esparcir la versión según la cual, cuando en 1991 la salud de su maestro había empezado a empeorar, la familia de Maharishi decidió mantener la enfermedad en secreto. Naturalmente, Maharishi "no podía" enfermarse. Ni, mucho menos, mostrarse deteriorado.
Aquella guerra de egos espirituales no hubiera estallado si hubieran previsto que había espacio para ambos negocios. El movimiento MT ganó —y sigue ganado— millones de dólares anuales por la venta de plantas medicinales, aceites, té, gemas curativas, horóscopos hindúes, libros, películas y servicios asociados a Maharishi Ayur-Veda (marca registrada).
Chopra, por su parte, lleva vendidos más de 20 millones de ejemplares de sus libros y son difíciles de calcular las ganancias que obtiene con sus seminarios alrededor del mundo. Hace años que ha dejado de atender pacientes —salvo aquellos que ponen un pesado fardo de billetes sobre el mostrador— porque las charlas que da a auditorios VIP son varias veces más lucrativas.
A sus conferencias nunca convoca a menos de mil personas. A fines de mayo, por ejemplo,
dio sendas conferencias en Rosario y Buenos Aires, Argentina, sobre "el bienestar físico, emocional y espiritual" para "aprender a liberar tu paz interior a través de una confianza elevada". Que deberá ser tan elevada como lo que cuesta presenciar sus charlas: $ 140 pesos (Pullman) hasta $ 600 y $ 1.000 pesos (Plateas Oro y Platino). Sólo es cuestión de hacer las cuentas para entender por qué no pierde el tiempo en dar charlas gratuitas a familias sin recursos. En las entrevistas, por supuesto, como una que dio a Playboy para promocionar un librito sobre Ayurveda sexual, responde que sólo lleva 200 dólares en el bolsillo. "No sé leer un estado de cuenta. Creo que cuando muera no habrá nada para nadie".
4. ¿Acaso conoce el secreto para derrotar el envejecimiento?
Una revisión del panteón fotográfico que almacena Google imágenes de Chopra (desde que era joven hasta las más recientes, donde muestra las canas y cierta adiposidad propia de un hombre de 64 años) dicen algo al respecto. Y, si no, el tiempo dirá.
5. ¿Existe una "medicina cuántica" o es un ardid del lenguaje para disfrazar a la mona de seda?
A mediados de los 90, "Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo" se convirtió en su libro más popular. Allí, Chopra pretende hacer una síntesis entre el ayurveda y la física cuántica. Explica que los pacientes de cáncer que acusan remisiones espontáneas "saltan a un nuevo nivel de conciencia que prohíbe la existencia del cáncer (...) se trata de un 'salto cuántico' de un nivel de funcionamiento a otro nivel superior".
Es decir, Chopra no utiliza el "cuanto" de la física en un sentido metafórico: asegura que sus terapias —en general, productos herbarios con su marca— poseen "vibraciones" específicas que contrarrestan la "vibración cuántica" del cuerpo.
Chopra afirma que la mente sana mediante "la armonización" o "el equilibrio cuántico" del cuerpo, para lo cual basta "localizar en la consciencia la fuente del dolor". Si se usan correctamente sus técnicas, es posible "enviar energías de sanación" para cicatrizar, controlar enfermedades como el cáncer o retrasar el envejecimiento. "Si tienes pensamientos felices, entonces harás a las moléculas felices", escribe.
Físicos como Heinz R. Pagels, Robert L. Park, Víctor Stenger y Sergio de Régules, entre otros, dejaron como un colador el misticismo cuántico de Chopra, que él reclama científico pero —como escribe Stenger— "no tiene ninguna base en la física o la biología, y representa un salto de la imaginación metafísica". Si entre sus argumentos algunos podrían contener migas de verdad (por ejemplo, "los optimistas viven más que los pesimistas"), no necesitan de la física cuántica para ser explicados. "Aunque las cosas de allí afuera parecen reales, no hay prueba de la realidad aparte del observador. No hay dos personas que compartan exactamente el mismo universo. Cada visión del mundo crea su propio mundo", escribe Chopra.
Para estas deducciones, Chopra cita como autoridad a Stephen Hawking. Pero el gran físico y cosmólogo no es especialista en física cuántica. Es decir, en vez de ir a las fuentes, Chopra trae a cuento al autor de un libro de divulgación "taquillero".
Por otra parte, la física cuántica trata de explicar el comportamiento de átomos y partículas subatómicas o agregados de ellas, y no del de sistemas macroscópicos como el cuerpo o el cerebro humanos, ya que los objetos voluminosos no entran en estados esquizofrénicos donde las partículas y las ondas "colapsan" ante la mirada del observador.
Como lo resume el doctor Sergio de Régules, físico por la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de México: "Aunque los fundadores de la mecánica cuántica hicieron mucha alharaca con el 'observador', hoy la mayoría de los físicos concuerdan en que el observador es simplemente el resto del universo y la 'observación' ocurre en cuanto cualquier parte del resto del universo interactúa con nuestro famoso dado. La mecánica cuántica no necesita la conciencia. Ni modo."
¿Por qué algunos místicos buscan apoyo para sus especulaciones en la mecánica cuántica? Sin duda, porque mejora el aspecto de afirmaciones poco verosímiles sin la pátina de profundidad que le dan los conceptos, no siempre fidedignos, que toma prestados de la poco y nada comprendida mecánica cuántica.
¿Y por qué estas elucubraciones calan en el público? El catedrático de Física en la Universidad de Maryland y director en Washington de la Sociedad Americana de Física, Robert Park, ofrece una interesante explicación en su libro "Ciencia vudú" (2001). Muchos creemos, escribe, que vivimos en un universo tan extraño que en él todo parece posible. "¿Y por qué no vamos a creerlo? Por si el universo de los quarks y los agujeros negros no fuera ya lo bastante extraño, ahora pueden leer todo tipo de cosas acerca de los universos paralelos, agujeros a través del espacio-tiempo, teletransporte cuántico y supercuerdas decadimensionales. Las ideas especulativas constituyen una parte importante del método científico. Aunque muchas de esas ideas no logran sobrevivir, la exploración intelectual dilata la imaginación incluso cuando fracasa. Pero la diferencia entre la especulación no comprobada (e incluso comprobable) y genuino progreso científico se suele desvanecer en el tratamiento que dan los medios de comunicación a las cuestiones relacionadas con la ciencia."
Eso para no mencionar los terremotos que son capaces de provocar ciertos oportunistas cuando aprovechan el desconocimiento científico de las personas para venderles falsas esperanzas, o convencerlas de que salvarán sus vidas si pagan por un poco de medicina cuántica-milagrosa.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4
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