PPS de Todos

De: Susana Podnosoff <
Asunto:  Lunes Otra Vez N°471: "Miedo al No" Gustavo Bedrossian
Para:
Fecha: martes, 27 de septiembre de 2011, 15:49

La frase de la semana:"No le creas a la autosuficiencia con sus mentiras" Año 10, Mes 10, N° 471: LUNES 26 DE SETIEMBRE DE 2011 Atención psicológica a distancia vía Skype. Solicite entrevista en la Sección Contacto de nuestro sitio. "MIEDO AL NO" Nos enfrentamos con una necesidad propia. Y, a nuestro lado, hay alguien que quizá podría hacer algo para ayudarnos al respecto. ¿Qué hacer? ¿Pedir o no pedir es la cuestión? ¿Y si al pedir parezco débil? ¿Y si molesto? ¿Y si me vuelvo dependiente? ¿Y si experimento un gran dolor al no encontrar la respuesta deseada? ¿Y si quedo en deuda? ¿Y si soy malinterpretado? Uy, uy, uy. ¡Cuántos cuestionamientos! ¡Cuántas vueltas podemos llegar a dar para mandar un SOS, un pedido de socorro al otro! ¡Cuántos miedos! Existen muchos motivos por los cuales evitar un pedido de algo. Pero en esta reflexión quiero detenerme tan sólo en una razón. Lo sintetizaré en una frase: "No pido porque tengo miedo a que me digan NO". Al pedir, nos exponemos. Por lo cual, podríamos deducir que al no pedir, quedamos más resguardados o seguros. Al plantear una necesidad, y especialmente si nos sentimos muy inseguros, estamos ante la posibilidad de un rechazo. En infinidad de ocasiones escuché frases como éstas: "Yo no pedía por miedo al no, tenía miedo que me dijeran NO".  "Viene de mi infancia, de no animarme desde pequeño". "Tengo miedo a pedir, tengo miedo a la verdad, tengo miedo a saber que el otro nunca me dará lo que podría darme". "No soportaría un solo rechazo más". La gran mayoría de las veces este miedo tiene su base histórica. Personas que vivieron rechazos reales en su infancia. Tal vez, producto de algún padre que no tuvo en cuenta las necesidades de su hijo. La herida pudo haberse desarrollado en cualquier vínculo donde se vivió alguna experiencia de abandono. En tantas oportunidades escuché relatos donde hijos vivieron el dolor de esperar un abrazo que nunca llegó. Entonces, ¿qué hacen? Se disfrazan de "no necesitados". Se refugian en un caparazón de autosuficiencia. En la intimidad se confiesan: "Si estaría seguro del SÍ, ¡con cuantas ganas pediría!". Y, con viento a favor, un día se animan a pedir. No siempre encuentran lo buscado. Pero en algún que otro caso, se encuentran con una experiencia sanadora. Reciben. Alguien les da. Se sorprenden con las atenciones, cuidados, ayudas, abrazos o lo que fuera del otro. Eran tan sólo animarse a pedir. Los de alrededor, si es que realmente lo querían se sienten también en plenitud. Ahora el otro también me necesita. Ahora el otro también me deja protegerlo. Ahora el otro aprende a disfrutar mientras recibe. Amigo, pedir alguna que otra vez, no te convierte en débil, molesto o dependiente. Te muestra necesitado como el resto de los mortales. Quizá Dios tenga preparados unos cuantos presentes que están en manos de alguien cercano. Con tus miedos nunca lograrías acceder a ellos. Atrévete. Tanto el SÍ como el NO forman parte de la vida. No hay garantías acerca de cómo reaccionarán los demás. Pero quizá sea el tiempo donde puedas comenzar a dejar tu autosuficiencia de lado. No le creas a la autosuficiencia sus mentiras: no te protege; por el contrario, te deja solo y desvalido. Pide bien. Pide con claridad. Déjate amar. Deja que alguien se sienta bien haciendo algo, aunque sea pequeño, por ti.