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LOS PPS DE TODOS Fwd: "#**[FUERZA-LATINA]**#" El Papiro egipcio: el primer libro de la historia



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De: nuria <Asunto: "#**[FUERZA-LATINA]**#" El Papiro egipcio: el primer libro de la historia
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El Papiro egipcio: el primer libro de la historia

Con la aparición de las primeras escrituras, la humanidad se vio obligada a inventar artilugios para poder transmitir y conservar sus mensajes. A partir del cuarto milenio a.C., los antiguos egipcios y el pueblo sumerio, en Mesopotamia, compiten ante la Historia por ser los primeros en inventar una escritura y también un soporte para dejar constancia de ella.

Así como los sumerios encontraron en las tablillas de arcilla un medio útil, seguro y duradero para transmitir su escritura cuneiforme, los egipcios inventaron el papiro, un producto de manufactura mucho más sofisticada, pero más práctico y versátil que la arcilla, el marfil, la corteza vegetal o el cuero. Y así como en el caso de los sumerios la escritura cuneiforme sirvió para las distintas culturas y lenguas de la zona mesopotámica, la escritura jeroglífica formó parte indisoluble de la lengua egipcia.

Entre las muchas riquezas que producía el país del Nilo, había una planta, el Cyperus papyrus, cuya fibra, ya en las primitivas industrias predinásticas (4000 a.C.) se utilizaba para fabricar numerosos objetos de uso cotidiano: esteras, cortinas, calzado, cuerdas, cestos o incluso pequeñas embarcaciones. Al mismo tiempo, la escritura jeroglífica, imprescindible para toda las actividades administrativas, religiosas y creativas que aquella sociedad tan tempranamente organizada necesitaba, encontraba el soporte apropiado en el rollo de papiro, considerado por muchos autores el primer "libro" de la Historia. La forma cursiva de la escritura jeroglífica denominada hierática apareció en los albores del Imperio Antiguo (3200 a.C.) para su uso sobre papiro, y la escritura jeroglífica se reservó para su uso monumental sobre piedra. Se puede considerar la industria de la lámina de papiro tan antigua como la misma escritura, ya que uno de los signos más antiguos para describir el término "ideas abstractas" es el rollo de papiro, y no por casualidad, para describir el término "escritura", se utiliza la representación iconográfica de las herramientas del escriba: el pincel y el tintero.

El término papiro que a través del griego ha llegado hasta nosotros, significa en egipcio el faraónico ya que su fabricación y venta constituía un monopolio real. En la actualidad le damos a esta palabra tres significados: la planta (Cyperus papyrus), el producto manufacturado y el producto final, el libro.

Unos bajorrelieves tebanos y una mención de Plinio el Viejo (S. I A.D., Historia Natural, XIII) son las únicas fuentes documentales antiguas conocidas sobre esta planta y su manufactura. Pero el clima seco de Egipto y la arena del desierto, han facilitado que ingentes cantidades de papiros se hayan conservado hasta nuestros días y nos hayan permitido conocer la tecnología empleada.

Para la mayoría de autores, con el rollo de papiro se inicia la historia del libro moderno. Si bien existieron tablillas de arcilla y otros soportes documentales con anterioridad, el papiro, antecesor del papel y la tinta, sería sin duda el ancestro directo del libro actual.

En el antiguo Egipto, como en todas las culturas antiguas, la escritura se inventó para facilitar los primeros intercambios comerciales, pero ya en los albores del Imperio Antiguo (3000 a.C.) aparecen plenamente formados los géneros literarios siguientes: la documentación comercial, la literatura religiosa, la literatura sapiencial, los tratados científicos (como acumulación de conocimientos y experiencias, no teóricos), y la creación literaria, tanto poética como de ficción.

De todos estos géneros literarios, han llegado muestras hasta nuestros días, pero en versiones y copias más modernas, la mayoría del Imperio Nuevo (1300 a.C.). Los conocimientos de la evolución de la lengua egipcia, permiten fechar sin temor muchos de los documentos como pertenecientes al Imperio Antiguo, a pesar de la dificultad de conservación de los documentos de aquella época. Esta es quizás la gran diferencia existente entre la tablilla de arcilla mesopotámica, mucho más resistente, y la fragilidad del papiro, y nos invita a reflexionar, especialmente a los profesionales del mundo del libro y la documentación, sobre la relación que existe entre innovación tecnológica y fragilidad.

El libro de papiro

Pasemos pues a describir de modo sucinto la tecnología empleada por los antiguos egipcios para fabricar la lámina de papiro, y que supone un alto grado de sofisticación. Del tronco de la planta, que mide de 3 a 6 m. de altura se extraían con una fina aguja de hueso o madera unos largos filamentos que se colocaban paralelamente, muy juntos unos a otros, sobre una superficie húmeda. Sobre esta capa se colocaba otra capa de filamentos en perpendicular a la anterior. Se conseguía así una materia compacta que se prensaba, se satinaba con cola y se dejaba secar al sol. Posteriormente se pulía con piedra pómez y unos pulidores fabricados en marfil. La lámina resultante era flexible y resistente y se podía enrollar con mucha facilidad. Las capas horizontales quedaban por la parte interior o recto y las capas verticales por el exterior o verso. Muchas veces reforzaban las esquinas con tiras de papiro perfectamente pegadas. Mientras el papiro estaba en blanco, se transportaba y vendía en "balas" de láminas, y una vez utilizado y convertido en "libro" se conservaba enrollado.

El enrollado era siempre horizontal. Una sola lámina podía medir entre 16 y 42 cm de alto y podía alcanzar los 40 cm de ancho. Según necesidades del texto se pegaban las láminas entre ellas solapándose unos centímetros entre sí. La técnica era tan perfecta, que aún hoy en día, transcurridos milenios, se hace difícil detectar las juntas.

El texto empezaba siempre por la parte superior derecha. Hasta la dinastía XII (2000 a.C.) la escritura era vertical, en columnas de un solo signo, y a partir de este momento se escribía de derecha a izquierda en líneas horizontales muy cortas formando columnas. Raramente se utilizaban signos auxiliares y no se sangraba la primera línea. También variaba el número de líneas por columna. Aunque existen excepciones, generalmente no se numeraban las columnas y, en algunos casos, se detectan todavía las líneas marcadas con una regla antes de empezar la escritura.

Se utilizaba tinta de dos colores, el negro y el rojo. Aunque no existían normas estrictas y cada escriba seguía sus propios gustos, generalmente el rojo servía para los textos y datos que había que destacar. La tinta se fabricaba mezclando cola y carbón para el negro, y cola y ocre para el rojo.

El papiro más antiguo que ha llegado hasta nosotros está en blanco, y apareció en la tumba del visir Hemaka (Din. I, 3000 a.C.) en la necrópolis de Sakkara.

El papiro más largo hallado tiene una longitud superior a 40 m. Se trata del papiro Harris (Museo Británico) considerado la joya de los documentos de los archivos reales, y perteneció al reinado del faraón Rameses III (1150 a.C.) Entre los papiros escritos más antiguos hallados, están los que pertenecieron a los archivos de los templos funerarios de la dinastía V en la necrópolis de Abusir (2.400 a.C.).

La gran reforma administrativa y política del Imperio Medio (2040 a.C.) dio lugar a uno de los momentos más brillantes de la historia de esta civilización y también del papiro: la aparición del primer libro ilustrado de la historia. Entre los papiros ilustrados más antiguos que se conocen está el Papiro Dramático Ramesseum, que describe las fiestas de coronación del faraón Sesostris I (1971 a.C.).

La edad de oro del libro ilustrado llegó durante el Imperio Nuevo (1500 a.C., dinastías XVIII-XX) con el Libro de los Muertos. Y con éste apareció otra novedad de éxito asegurado: el libro de lujo. Toda familia acomodada y con posibilidades de un entierro y una tumba dignamente preparados, podía adquirir un Libro de los Muertos elaborado por escribas e ilustradores y añadirle a posteriori el nombre del difunto.

Numerosos ejemplares del Libro de los Muertos han llegado hasta nuestros días. La razón la podemos encontrar en el hecho de que a partir del Imperio Nuevo y durante generaciones, los antiguos egipcios enterraron sus momias junto a un ejemplar de esta obra que recogía los sortilegios y oraciones ancestrales necesarias para que el difunto superara todos los obstáculos en su viaje al más allá, y alcanzara la vida eterna.

Quién escribía y quién leía

El escriba, en lengua egipcia sesh, es el alto funcionario que domina el arte de la lectura y la escritura. La profesión de escriba, fundamentalmente ligada a la administración del estado y a la clase sacerdotal, gozó desde siempre de un gran prestigio, y podía llegar a pertenecer a la clase social más elevada después de la familia real. Este prestigio ha llegado hasta nuestros días a través de numerosos textos que ensalzan esta profesión. Uno de los más famosos es el conocido como La sátira de los oficios, en el que se satiriza con especial sentido del humor sobre las ventajas del oficio de escriba frente otras profesiones como las de herrero, barbero o joyero, entre otras. Veamos un pequeño fragmento de esta obra:

...Aplícate a los libros!... Mira, nada hay mejor que los libros, son como un barco en el agua... Voy a hacer que ames los escritos más que a tu madre, voy a presentar sus bondades ante tí... He visto al herrero en su trabajo, sus dedos son como garras de cocodrilo y apestan más que las huevas de pescado. El joyero golpea con el cincel sobre todo tipo de duras piedras y cuando ha terminado de rellenar un ojo, sus brazos están exhaustos...El barbero está afeitando hasta el final de la tarde... tiene que ir de calle en calle buscando a quien afeitar... El cortador de cañas ha de viajar al Delta para coger flechas, después de hacer más de lo que sus brazos pueden hacer, los mosquitos lo han destrozado, las moscas lo han matado... El alfarero ya está bajo tierra, aunque aún entre los vivos. Escarba en el lodo más que los cerdos... Los dedos del fogonero están sucios, su olor es el de los cadáveres...
Mira, no hay una profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si conoces la escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado. Míralos en su miseria ... Mira, es bueno que seas enviado frecuentemente a escuchar las palabras de los magistrados. Conseguirás los modales de los biennacidos ... Se ve al escriba como a alguien que escucha; el que escucha se convierte en alguien que actúa... Únete a gentes distinguidas...

Podríamos resumir estos consejos con la frase tantas veces dirigida por los padres a sus hijos durante siglos y todavía actual: hijo, estudia y seras alguien en la vida...

Numerosas representaciones tanto en esculturas, como en bajorrelieves y pinturas, corroboran el prestigio que llegaron a alcanzar los escribas. Como sacerdotes adscritos al templo, o como altos funcionarios de la administración del estado, eran los depositarios del saber. Sabían medicina, astronomía, magia, matemáticas, y algunos de ellos fueron grandes arquitectos. Podemos mencionar al gran Imhotep, constructor de la pirámide escalonada y el recinto funerario de Sakkara, para el rey Djoser (Din.III, 2600 a.C., Imperio Antiguo), considerado el primer arquitecto de la historia, y del cual se conocieron también sus aptitudes como médico y gran sabio de la corte de Djoser. Unos siglos más tarde, durante el reinado de Amenhotep III (Din. XVIII, 1400 a.C., Imperio Nuevo) el escriba Amenhotep, hijo de Hapu, construyó el hermoso templo de la ciudad de Tebas, conocido actualmente como el templo de Luxor.

A diferencia de los artistas, pintores y escultores, los escribas firmaban sus trabajos, por lo que se conoce el nombre de muchos de ellos, y se les considera los menos anónimos de todos los creadores del rico arte egipcio.

El equipo de trabajo del escriba, que suele aparecer colgado de su hombro en pinturas, esculturas y relieves, constaba de una funda de cuero para los pinceles, una bolsita para las tintas en polvo (más tarde en pastilla), un recipiente para el agua y una paleta con dos cavidades para las tintas negra y roja. Los pinceles se fabricaban con finos tallos de junco, cuyas puntas trituraban para que se soltaran sus filamentos. Mucho más tarde, durante el S. III a.C., aparecería el cálamo, una cañita con la punta muy afilada.

La educación del escriba

Durante el Imperio Antiguo, existían solamente las escuelas de los templos. A partir del Imperio Medio (2000 a.C.) se establecieron las escuelas seculares, adscritas al palacio y a la administración del estado, conocidas como casa de la vida. Acudían a estas escuelas los príncipes y miembros de la familia real, los hijos de los nobles y los hijos de los escribas, de modo que perpetuaron su estatus social de generación en generación. Pero las casas de la vida también abrieron sus puertas a los hijos de la clase media que presentaban cierta capacidad intelectual. Estas medidas favorecieron la renovación constante de la clase de los escribas y mantuvieron su alto y eficaz nivel intelectual. A la larga mostraron ser muy beneficiosas para el mantenimiento de las estructuras del estado durante tantos siglos.

Comenzaba la educación del niño a los 10 años de edad. Como ya hemos mencionado al principio, existían dos tipos de escritura: la jeroglífica y la hierática, esta última, forma cursiva y simplificada de la primera. Pues bien, el alumno empezaba a aprender la escritura hierática, y sólo cuando había hecho grandes avances y demostraba ser un buen estudiante, se le formaba en la escritura jeroglífica. Después de la primera formación, el alumno entraba en la jerarquía funcionarial, e iba subiendo de categoría, a medida que avanzaba su aprendizaje.

Escriba

En el poblado de Deir-El-Medina, cerca de la ciudad de Tebas y del Valle de los Reyes, donde habitaban los artesanos y constructores de las tumbas reales próximas, hay evidencias claras de la existencia de una escuela. Como el papiro era un producto caro, los estudiantes utilizaban para sus trabajos trozos de piedra caliza pulida. En la actualidad denominamos estas piedras con su nombre griego ostracon, y en plural ostraca. En este poblado han aparecido numerosos ostraca con copias del Libro de las instrucciones, y con muchos modelos de frases, cartas comerciales y composiciones satíricas. Por estos ejercicios e instrucciones, conocemos también que se practicaba una disciplina férrea, y que los alumnos recibían su castigo cuando lo merecían. Llegar a lo alto requería grandes esfuerzos.

Cabe preguntarse quién sabía leer aparte de la clase de los escribas. En las clases altas, como mínimo los hombres sabían leer. Y por lo general se considera que tanto los funcionarios,como los sacerdotes y los militares, así como los miembros de la familia real, conocían la escritura hierática.

Una pregunta: ¿y las mujeres?

Hemos mencionado la palabra sesh para el oficio del escriba. ¿Existía la mujer-escriba? Como mínimo existe la palabra: seshet, cuyo significado es mujer-escriba. Si bien el dios Thot es venerado como el padre de la escritura, de la sabiduría y de las leyes, existe en el rico panteón egipcio la diosa Seshet, considerada la protectora de archivos y bibliotecas. Sin embargo parece difícil que las niñas pudieran asistir a la escuela, pues eran casadas muy jóvenes, cuando los niños empezaban su aprendizaje. Aunque pueden ser equívocos, el Imperio Antiguo nos ha legado numeroso datos de mujeres-escriba, mujeres seshet. También existen evidencia de que la mujer, muy respetada durante toda la civilización egipcia, y con muchos derechos que la igualaban a los hombres ante la ley, fue durante el Imperio Antiguo cuando más disfrutó de estos derechos. Curiosamente, con el paso de los siglos, se desvanecen o se hacen más invisibles estos derechos igualitarios. Aún así durante los 3.000 años de historia egipcia, la mujer disfrutó de unos derechos y unas libertades que no alcanzaron jamás ni la mujer griega ni la romana, ni la mujer del medievo. Hechos estos comentarios, pasemos a ver algunos datos sobre las mujeres escriba:

- En la tumba de Sakkara de la princesa Idut, (Dinastía VI, Imperio Antiguo, 2300 a.C.) aparece esta princesa con su material de escriba y acompañada por su maestra. Algunos autores apuntan la posibilidad de que la tumba hubiese pertenecido a un príncipe con anterioridad.

- En Giza, se encuentra la tumba de una dama, Dama Peseshet, con el título de directora de los doctores. ( Dinastía VI, Imperio Antiguo, 2300 a.C.).

- En la mencionada población de Deir-El-Medina, se han encontrada ostraca con borradores de cartas de una muchacha, dirigidas a otra muchacha. También ha aparecido un ostracon con la lista de la lavandería de una ama de casa.

- En alguna tumba femenina, como en la de dama Kenamon (Din. XVIII,1300 a.C.), han aparecido utensilios de escriba como pinceles, tinteros y pastillas de tinta. Algunos autores han definido una lista de oficios o cargos ejercidos por mujeres como: inspectora de comedor, del tesoro, supervisora del guardarropa y controladora de los almacenes reales (nos preguntamos: ¿también de los almacenes de libros?)

Papiro y Portaplumas

Almacenes de papiros: ¿archivos y bibliotecas?

Junto al escriba, en pinturas y relieves, aparecen a menudo todo tipo de contenedores para la protección de los papiros: jarras de cerámica, bolsas de cuero o cofres de madera. No debe extrañarnos este interés por la protección de los documentos, pues los egipcios conocían sobradamente a los enemigos del papiro: el tiempo, la humedad y toda clase de bichos. A diferencia de la tablilla de arcilla mesopotámica, cuya durabilidad ha permitido a la arqueología moderna descubrir archivos y bibliotecas muy completos, el papiro no ha sobrevivido al paso del tiempo, y solamente el azar ha permitido que una mínima parte de la ingente documentación creada haya llegado hasta nuestros días. La mayoría de documentos hallados provienen de tumbas del Alto Egipto, y suelen estar relacionados con el culto funerario, mientras que prácticamente han desaparecido los archivos y bibliotecas de templos y palacios. En la región de El-Minia (Alto Egipto), la ciudad de Oxirrinco ha sido especialmente generosa al conservar bajo su arena millares de papiros sobre los más diversos temas y géneros. Desde siempre se empleó el papiro usado para envolver las momias, y en la Baja Época, a partir del SVII a.C., se adquirió la costumbre de reciclar papiros para elaborar sarcófagos y máscaras funerarias. Ésta ha sido otra importante fuente de recuperación de documentos.

Cerca de El Cairo, en la necrópolis real de Abusir que alberga las pirámides y templos funerarios de los reyes de la dinastía V (Imperio Antiguo, 2500 a.C.), aparecieron los archivos, con miles de papiros, de los reyes Neferikare, Neferefre y la reina Khentkaus. Estos archivos han llegado hasta nuestros días por una casualidad: fueron construidos cerca de la pirámide, y alejados del embarcadero real, junto al río o un canal, que era el lugar en que se solían construir los templos funerarios y sus dependencias administrativas. En estos casos, la humedad, y los distintos niveles de la capa freática, han destruido por completo los posibles archivos y bibliotecas. En el caso de los templos funerarios de los reyes mencionados, al estar situados en una zona más alta alejada del río, la arena ha conservado ingentes cantidades de papiros durante más de 4.000 años.

También conocemos la existencia de archivos en los grandes templos de Heliópolis, Menfis, Karnak y Edfu.

Pero son las fuentes clásicas las que nos proporcionan datos que mencionan directa o indirectamente la existencia de archivos y bibliotecas en el Antiguo Egipto. Veamos unos pocos ejemplos:

Cuando el gran viajero e historiador griego Herodoto (S.V a.C.) llegó a Egipto deseoso de información y conocimientos, se dirigió al templo de Heliópolis por la fama que tenían sus sacerdotes en ser versados en relatos del pasado... (Herodoto, Historia, Libro II, Euterpe. Madrid, Gredos, 2000).

Eudoxio de Cnidos, astrónomo griego del s. IV a.C., estuvo estudiando astronomía en Heliópolis durante 13 años (según Estrabón y Diodoro Sículo).

Platón (s. IV a.C.),en sus Diálogos: Timeo cita un diálogo entro Solón y los sacerdotes del templo de Sais en Egipto, el sacerdote le dice a Solón: Desde antiguo registramos y conservamos en nuestros templos todo aquello que llega a nuestros oídos acerca de lo que pasa entre vosotros, aquí o en cualquier otro lugar... (Platón, Diálogos VI: Timeo. Madrid, Gredos, 2000).

El descubrimiento arqueológico de la piedra de Palermo, una piedra de unos 20 cm de alto donde estan copiados los anales reales desde la dinastía I a la dinastía V, nos demuestra que los egipcios conocían la fragilidad del papiro y copiaron sobre piedra los importantes documentos de la cancillería real. Los mesopotámico lo tuvieron más sencillo con las tablillas de arcilla: las cocían y se aseguraban así su durabilidad.

Los antiguos egipcios, con su anhelo de eternidad y cubriendo paredes, columnas y obeliscos con historias, mitos e Historia, convirtieron su país en una inmensa biblioteca.

La cultura helenística introducida en el país por Alejandro Magno y sus sucesores de la dinastia ptolemaica a partir de fines del S. IV a.C, encontró en el rico mundo del papiro el mejor medio para su proyección y difusión. Su mejor exponente sería sin duda la Biblioteca de Alejandría, con su larga historia y sus leyendas.


Imma PANYELLA
 


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