Como siempre que aparece en escena un presunto producto
come-grasa, se desata una auténtica ola de locura por ese último
"milagro" que funde los kilos como la nieve en primavera. Dentro
de esta gama se encuadra el té rojo, a veces también conocido
por el nombre de dos de sus modalidades más populares, el Pu -
Erh y el Tuo - Cha. ¿Qué hay de cierto en los poderes lipolíticos del té rojo? Como
los más realistas podrán imaginar, beberlo no sustituye a una
dieta sensata y equilibrada y a un poco de ejercicio, si bien es
cierto que puede ser un buen coadyuvante en regimenes de
adelgazamiento o como apoyo para mantenerse en forma, dado
que este té semifermentado es muy digestivo y ayuda eliminar la
hinchazón propia de la retención de líquidos, favoreciendo las
funciones renales, ya que es un buen diurético y depurativo
natural. Para prepararlo correctamente, se deben depositar primero las
hojas de té rojo en el fondo de la tetera. Cuando el agua esté a
punto de romper a hervir, a unos 85º, se vierte un poco de la
misma sobre las hojas e, inmediatamente después, se tira, ya
que esta es la forma de lavarlas. Posteriormente se introduce el
resto del agua, que ha de dejarse en reposo durante tres
minutos, y después se cuela. El té rojo puede tomarse en cualquier momento (frío resulta muy
refrescante), aunque no se recomienda hacerlo en ayunas, pues
podría alterar la flora intestinal. Contiene muy poca teína, pero
tampoco se recomienda para personas con problemas de
hipertensión.
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